miércoles, 9 de octubre de 2013

Entre el ring y el tablero.

Comenzamos hoy con la sección de nuestro blog GAZTEGIRO dedicada al alumnado  del Centro que sobresalen en otras áreas de la cultura, diferentes a la estrictamente académica. Podéis seguir esta sección, con todos los artículos publicados, desde este link.


 Entre el ring y el tablero.


Iñigo Álvarez es un alumno de 1º de Bachillerato que no tiene aspecto de boxeador. Tímido, reservado, de apariencia reposada aderezada por un físico que rompe ese silencio con un cuerpo fornido que sobrepasa los 180 cm de altura. Su mirada transmite sosiego, más parece un ajedrecista que un boxeador.
Mi primera impresión  no es un disparate; este sestaotarra de 16 años, boxeador aficionado, ha sido también ajedrecista desde niño. Cuando tenía 13 años soñaba con jugar al rugby, pero en un su pueblo no había suficientes aficionados a este deporte como para formar un equipo, así que, tras un fortuito encuentro digital con Cassius Marcellus Clay, el gran Muhammad Ali, sintió las punzadas de la curiosidad por el baile con guantes.



Su madre no recibió la noticia con mucha ilusión, pero su padre le animó a dar el paso, e inmediatamente se plantó en el polideportivo de su pueblo dispuesto a dejar claro que bajo esa figura de chico imperturbable se encontraba un hábil competidor. “En el boxeo es tan importante la agilidad y la destreza mental como la fuerza física. Un boxeador rápido puede tumbar a cualquiera” afirma cuando le preguntamos las cualidades que hay que tener para dedicarse a este deporte. En pocas ocasiones se hace tan factible la historia de David y Goliat.

Iñigo nunca llegó a competir de manera profesional, “para ser profesional hacen falta muchos años de entrenamiento”, pero aprendió mucho en la escuela de boxeo, donde su entrenador les enseñaba todo lo necesario para empezar a boxear sin peligro de hacerse daño. No tiene para olvidar el primer directo que recibió, aunque confiesa que “no fue para tanto y que los inicios son difíciles, ya que los entrenamientos en el boxeo son muy importantes y hay que hacer un calentamiento muy duro para evitar dañarte las muñecas y lesionarte las piernas. Además, hay que trabajar la posición, no es igual para un zurdo que para un diestro y no se debe separar el codo del hígado para no desproteger las costillas. Nunca olvidas el momento en el que te dan las vendas, lo más importante para un boxeador”.

El poco tiempo del que dispone y la cantidad de horas de entrenamiento que exige el boxeo le han impedido continuar en un deporte que él mismo califica como interesante, noble y en el que una buena táctica es fundamental:  “la gente debe acercarse más al mundo del boxeo ya que tiene una idea equivocada de este deporte. No es la violencia, sino la estrategia, la cualidad más importante para un boxeador”.

La estrategia es, precisamente, la cualidad más importante del otro deporte al que Iñigo entrega su tiempo libre: el ajedrez. Desde los 8 años ha estado compitiendo de forma individual y por equipos. Un gran tablero de ajedrez que se veía desde la ventana del polideportivo de su pueblo le tenía ensimismado. Un día decidió dar el paso y apuntarse. Desde entonces ha estado varios años pensando, inventando jugadas, imaginando el próximo movimiento del rival y sintiendo la presión de tener que ganar cuando jugaba en equipo. Su profesor de ajedrez se convirtió en uno de los mayores referentes de su vida, tanto a nivel profesional como personal, aunque a veces “cuando las clases eran aburridas, otro compañero y yo nos escapábamos sin que nos viesen”.

Hoy no compite, pero está pensando en volver a los tableros. Seguro que pronto le veremos en algún torneo del colegio exhibiendo su maestría en este histórico juego.

Iñigo Álvarez, un todoterreno que persiguiendo un sueño encontró dos aficiones que marcarían sus años de adolescencia., por cierto Iñigo, ¿has oído hablar del chess-boxing?..........

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